Durante la adolescencia, muchas de nuestras decisiones están influenciadas por lo que piensan los demás. Ya sea en la forma de vestir, hablar o actuar, la presión social se convierte en una fuerza silenciosa que nos empuja a encajar, incluso si eso significa dejar de ser nosotros mismos. A veces, aceptamos hacer cosas que no queremos solo para no quedar fuera del grupo o por miedo a ser juzgados.
Esta presión puede afectar nuestra autoestima, ya que dejamos de confiar en nuestras propias decisiones. Además, puede llevarnos a participar en conductas peligrosas como el consumo de alcohol, retos virales o el bullying. Lo más preocupante es que muchas veces no nos damos cuenta de que estamos actuando por presión y no por convicción.
Por eso, es importante aprender a identificar cuándo estamos tomando decisiones solo para complacer a otros. Ser fiel a uno mismo no siempre es fácil, pero es la forma más sana de crecer. Tener personalidad propia, rodearse de amigos que respeten nuestras ideas y aprender a decir “no” son pasos clave para vivir con más libertad y seguridad.
La adolescencia es una etapa para descubrir quiénes somos, no para convertirnos en lo que los demás quieren que seamos. A veces es muy difícil saber decir que no, poner límites y evitar convertirnos en la marioneta de otros, sin embargo debemos saber que agradar a personas pasajeras en el camino de la vida, no està mal, pero si debemos cambiar quiénes somos para tratar de entrar a un lugar en el que no pertenecemos, estamos corriendo el riesgo de perder nuestra propia identidad.
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