UN RINCÓN DONDE LA CURIOSIDAD VIAJA MAS RÁPIDO QUE LA LUZ
En el espacio no hay arriba ni abajo… ¿y entonces qué hay?
Cuando alzamos la mirada al cielo, solemos decir que “las estrellas están arriba”, que “el Sol sale por el este” o que “los astronautas van hacia el espacio exterior”, como si todo el cosmos tuviera un sentido fijo, una dirección establecida.
Pero la verdad es otra: en el espacio no existen las direcciones absolutas. No hay “arriba”, ni “abajo”, ni “izquierda” o “derecha” universales. Todo eso es una construcción relativa, útil… pero solo aquí, en la Tierra.
El truco de la gravedad
Vivimos en un planeta que nos atrae constantemente hacia su centro gracias a la gravedad. Esa fuerza invisible es la responsable de que todo lo que existe sobre la Tierra tenga una orientación clara: los árboles crecen “hacia arriba”, las manzanas caen “hacia abajo” y nosotros caminamos con los pies pegados al suelo.
Pero esto solo es verdad dentro del campo gravitacional del planeta. Fuera de él
en el espacio exterior no hay suelo, ni techo, ni lado correcto. Los astronautas, literalmente, flotan sin una dirección determinada. La noción de “abajo” desaparece.
¿Sabías que los astronautas pueden dormir “de cabeza” sin notar diferencia? Su cuerpo ya no recibe señales claras sobre orientación. Entonces ¿cómo se orientan las naves y los astronautas?
En el espacio, los astronautas y las naves utilizan sistemas de referencia relativos para orientarse. Es decir, no hay un “norte del universo”, pero sí pueden decir: “el Sol está en esa dirección” o “la Tierra está detrás de nosotros”.
Para ello, se apoyan en:
Sensores solares: indican hacia dónde está el Sol.
Sensores de estrellas: reconocen constelaciones específicas para determinar orientación.
Giroscopios y acelerómetros: miden rotaciones y movimientos.
Sistemas de navegación inercial: como un GPS sin satélites externos.
¿Y cómo afecta esto al cuerpo humano?
Estar sin gravedad y sin referencias visuales puede afectar nuestra percepción del entorno. El cerebro humano ha evolucionado para funcionar con una clara idea de “arriba” y “abajo”. Al perderla, el cuerpo se desorienta.
Esto puede causar:
Mareos espaciales en los primeros días.
Cambios en la percepción del cuerpo: los astronautas pueden sentir que flotan “dentro de sí mismos”.
Alteraciones en el sentido del equilibrio, ya que el oído interno, que ayuda a mantener la postura, se confunde en gravedad cero.
El universo es relativo
Todo esto nos lleva a una idea fascinante: el universo no tiene un centro, ni un arriba, ni un abajo. Todo es relativo al lugar desde donde lo observas. Esa es una de las ideas más profundas de la física moderna, especialmente desde que Einstein planteó la teoría de la relatividad. “Todo depende del observador”, decía Einstein. Lo que para ti está arriba, para un astronauta en órbita puede estar “de lado”, y para una nave en otra galaxia… ni siquiera existe.
Sabías que
La Estación Espacial Internacional da una vuelta completa a la Tierra cada 90 minutos. Desde ahí, los astronautas ven 16 amaneceres y 16 atardeceres al día y todos “desde distintos ángulos” Algunas misiones usan constelaciones como GPS interestelar: reconociendo la posición de ciertas estrellas, pueden ubicarse en el espacio profundo. En el espacio, los líquidos no caen: flotan en burbujas esféricas que se pegan a las superficies, ¡o a las caras de los astronautas!
En conclusión
En el espacio, no hay arriba ni abajo, solo una inmensidad sin dirección fija, donde las leyes de la física nos invitan a repensar nuestra manera de ver el mundo. Comprender esto es dar un paso más hacia una mente cósmica, capaz de mirar el universo no desde la Tierra… sino desde el asombro.
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